La Mendiga

domingo, 2 de diciembre de 2012

 




Sobre Corrientes, la gente
camina
a pasos largos.
Tumulto de negocios,
de voces
y de magos.

Allí,
la mendiga
tiende su mano.
Sentada sobre
el suelo
y cubierta
de trapos.

Podría tener mi edad;
pero impresiona su vejez.
La mirada
al vacío;
no esboza
palabra, sonrisa
ni llanto.

Estatua viviente
de la indigencia;
encarnación
de ¿quién?
en una vida previa.

Su existencia me desvela.

Entonces, despacio,
una moneda
dejo en su mano.


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